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Sueños alados

  • Juan Pablo Vivas
  • 11 feb 2018
  • 2 Min. de lectura

Recluida en aquella habitación de colores fríos, carentes de vida por el paso del tiempo, se ahogaba en el extenso océano de sus pensamientos sombríos. Su vieja coraza de dolor la mortificaba, la consumía poco a poco y lentamente la hacía más débil. Aquel lugar le producía un malestar interno y aumentaba su sensación de desconcierto. Llevaba mucho tiempo enclaustrada, inmóvil por sus constantes aflicciones. A pesar de los deseos de liberarse, el dolor la mantenía consciente de su realidad.

Una suave brisa recorrió la piel de su frágil rostro. Se encontró a ella misma siendo espectadora de su ser, fuera de sí. Una sensación de irrealidad fue seguida por un sentimiento de calma; se detenían gradualmente todos los movimientos, los ruidos cesaban y la agonía la abandonaba, sin dejar rastro en su cuerpo. Las marcas en su memoria permanecerían.

Escuchó un ruido metálico que fue sucedido por una cascada de agua cristalina que entró con fuerza por la única ventana de la habitación. Podía ver cómo aumentaba el nivel de la crecida y cómo a su paso desbarataba todo. Los colores de la pared formaban ahora un festival cromático; los libros –que alguna vez estuvieron en su biblioteca– se encontraban ahora navegando tranquilamente como nenúfares por su cuarto.

En el fondo de su corazón, ella sabía lo que acontecería. Esperó su destino sin temor alguno. Sentía cómo su cuerpo se desvanecía y se alivianaba para flotar lejos de la jaula de su enfermedad. De su piel surgieron lozanas aves de colores cálidos. Le dio un último vistazo al crepúsculo que se observaba a través de la ventana. Voló hacia el exterior de la habitación, sintió la brisa del viento y la fragancia de la libertad; mientras más se elevaba en el cielo, más vigoroso era su vuelo. Cuando se veía a sí misma en aquel cuarto, deseaba la eternidad del sueño y la improbabilidad de la vigilia.

Abrió los ojos y se fijó en la jaula vacía frente a sí. Nunca consiguió recordar la clase de aves que la habitaban.

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